De Jesús, Esteban “Vita”
Nace el 2 de agosto de 1951, en Carolina, Puerto Rico. Cam...
De León, Carlos “SUGAR”
Nace
el 3 de mayo de 1959, en Río Piedras, Puerto Rico. Campeón Mundial Crucero del Consejo
Mundial de Boxeo. Conquista el
Título Crucero en cuatro oportunidades:
1.
El 25 de
noviembre de 1980, en Louisiana, Estados Unidos, ante Marvin Camel, por Decisión
en 15 asaltos.
Nació en Vieques, Puerto Rico. Con 29 años de edad y 107 libras de peso es el nuevo campeón Minimosca de la OMB. El 14 de abril de 2001, en el Madison Square Garden de Nueva York, Dieppa se convirtió en otro campeón para Puerto Rico y el primero de la isla de Vieques. Éste conquistó el puesto vacante del cetro minimosca de la Organización Mundial de Boxeo (OMB o WBO en inglés) por la vía rápida, cuando en el undécimo asalto le conectó un devastador puño derecho al Filipino Andy Tabanas que lo dejó inconsciente y tuvo que ser llevado en camilla al hospital. Dieppa tiene ahora un récord de 20-2-1 (11 ko’s) en su carrera de boxeador profesional. Nelson Dieppa pertenece al grupo de boxeadores del Sr. Félix Trinidad (padre y entrenador de Tito Trinidad) y Don King, quien fue el promotor de la pelea.
Dieppa fue recibido en Puerto Rico y en Vieques por líderes del gobierno estatal y municipal, para felicitarlo por su corona y por traer otro campeonato más a Puerto Rico y, en especial, al pueblo que lo vio nacer.
En la preparación para la pelea en Puerto Rico, y una semana antes de salir para Nueva York, Diep...
DE DIEGO Y PADRÓ, JOSÉ I.
José de Diego y
Padró nació el 12 de abril de 1899 en Vega Baja. Estudió sus primeros años en su
pueblo natal y en San Juan. Posteriormente, residió en Estados Unidos y en
Europa.
Comenzó a escribir
versos aproximadamente a la edad de quince años. Tomó como uno de sus modelos a Rubén
Darío.
De su obra poética,
se destacan: La última lámpara
de los dioses (1921), Ocho epístolas mostrencas (1952), premiada por
el Instituto de Literatura Puertorriqueña, y Escaparate iluminado
(1959).
El
24 de julio de 1919, en el barrio Campo Alegre de Caguas, nació Abelardo Milton
Díaz Alfaro. Su madre, Asunción Alfaro, fue una excelente maestra. Su padre, don
Abelardo Díaz Morales, fue ministro evangélico. Al calor de estos dos ciudadanos
ejemplares y de sus siete hermanos creció el niño quien con el correr del tiempo
se convertiría en uno de los máximos exponentes de la literatura puertorriqueña.
La sólida educación moral e intelectual que se ofreció en ese hogar sirvió de
ejemplo y de estímulo a los pasos que daría Abelardo durante toda su
vida.
Cursó
sus grados elementales en su pueblo natal. Compromisos ministeriales de su padre
hicieron que la familia se trasladara a Ponce, donde Abelardo tomó clases de
pintura con don Miguel Pou. Cuando cursaba el séptimo grado en la escuela
Mackinley de ese municipio, sufre una experiencia desagradable con una maestra,
y se negó a seguir asistiendo a esa escuela. Su tío Leopoldo, quien vivía en Toa
Alta, lo acogió en su casa como a un hijo más. El jovencito viajaba los fines de semana
al hogar paterno en Caguas.
La
escuela Dr. Agustín Stahl de Bayamón tiene el honor de haberlo contado entre sus
estudiantes entre los años 1931 y 1935, cuando obtuvo su diploma de escuela
superior.
Ingresó
en el Instituto Politécnico, donde obtuvo su bachillerato en Artes con
especialidad en Psicología. Luego, obtuvo su licenciatura en Trabajo Social de
la Universidad de Puerto Rico. Ejerció su profesión en el barrio Yaurel de
Arroyo, en Bayamoncito de Cidra y
en Río Abajo de Comerío. Disgustado por la disparidad entre las prescripciones
indicadas por las autoridades que
ostentaban el poder y la realidad cotidiana de la gente con quienes él compartía
día a día, abandonó ese trabajo.
Más adelante, trabajó como investigador de las leyes de menores en el Departamento
del Trabajo, pero encontró los mismos escollos que en sus anteriores trabajos.
Decidió entonces pintar en escritos todas las amarguras, las tristezas, las
alegrías y las jaiberías del campesino, que él tenía guardadas en su espíritu
susceptible.
En
el año 1947, se publicó el libro Terrazo, que pasaría a ser un clásico de
nuestra literatura. Su prólogo lo escribió don Mariano Picón Salas. El mismo año
de su aparición, mereció el primer premio del Instituto de Literatura
Puertorriqueña, además de obtener una medalla de oro y un diploma de honor de la
Sociedad de Periodistas Universitarios.
Ya
en Terrazo, don Abelardo se presenta
como un autor de estilo y de vocabulario sencillos, sin palabras rebuscadas ni
malsonantes. Cada palabra está saturada de emoción, de color y de ritmo, lo que
le añade poesía a la obra. Poesía que ahonda en el alma campesina de la que hace
gala nuestra gente del campo. Las luchas y las angustias de un pueblo que se
resiste a perder su identidad se hacen presentes en todo momento. Aunque es
evidente la fatalidad como tema en su obra, ésta se utiliza como toque de alerta
para cobrar conciencia de lo que estamos perdiendo, y nos exhorta a luchar hasta
el último momento.
El Josco, uno de los cuentos de Terrazo, narra la historia de cómo un
toro puertorriqueño es suplantado por un toro americano en su función de padrote
en una finca, a pesar de haber demostrado que se encontraba en óptimas
condiciones para ejercerla. Su
enemigo real no era el toro americano, sino su dueño boricua, quien prefirió al
extranjero para tan importante misión.
El
cuento El Josco ha sido traducido al
inglés, al checho, al polaco, al alemán, al francés, al italiano y al ruso. Es
lectura requerida para estudiantes que se especializan en Literatura en muchos
países de Hispanoamérica y de Estados Unidos.
Bagazo es otro cuento del libro Terrazo, en el cual se lorgra una fina
calidad artística. En esta historia, Domingo, su personaje principal, encarna la
dignidad humana sostenida por la fortaleza moral de saberse útil y con deseos de
trabajar. Aun acorralado por las presiones físicas y sociales que implican la
explotación económica, el hambre, el desempleo y las enfermedades, Domingo
lucha, pues se sabe respaldado por la verdad y por la justicia. Incluso, en el
último momento de su vida física, se supera, vence moralmente al blanco e
inclina la balanza de simpatías y el respaldo del lector hacia él. Las imágenes sensoriales se suceden una
tras otra y forman un sutil encaje que contrasta con la tragedia de la vida de
ese personaje.
Peyo Mercé enseña inglés y Santa Clo va a La Cuchilla son dos
cuentos en los cuales el autor hace gala de un extraordinario dominio de la
ironía fina. Para lograrlo, se vale del uso de diminutivos y de su profundo
conocimiento de la psicología y de la lengua jíbara. El autor traslada las
experiencias adquiridas en el campo del trabajo social al salón de clases. Allí
nos presenta un sistema educativo que pretende instaurar nuevas, inadecuadas y
extrañas teorías y prácticas pedagógicas.